El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mantuvo en marzo una tensa reunión con sus principales asesores en materia de política migratoria en la que, entre otras ideas, planteó el cierre inmediato de la frontera con México o disparar a los inmigrantes en las piernas para frenar su avance, para estupor de los allí presentes.
El periódico 'The New York Times' ha reconstruido a partir de más de una veintena de entrevistas la reunión, celebrada en el Despacho Oval y los movimientos posteriores de los asesores para tratar de convencer a Trump de que suavizase su postura, que en privado incluía alusiones a la construcción de un foso fronterizo con agua y animales --serpientes o cocodrilos-- o de una valla electrificada y con pinchos.
Lo que en un principio iban a ser 30 minutos se convirtieron en dos horas de reunión, consistente básicamente en frenar los impulsos del presidente. "¡Me estáis haciendo quedar como un idiota!", gritó Trump en un momento, revindicándose como experto en la materia: "Hice campaña sobre esto. Es mi tema".
En el afán de Trump por contener el flujo migratorio, incluso planteó el cierre completo de la frontera al día siguiente, una inmediatez que habría supuesto problemas para el tránsito cotidiano de turistas o trabajadores. Los asesores lograron convencer al mandatario de que aplazase la orden al menos una semana, tiempo durante el cual se movilizaron para hacerle cambiar de idea.
Así, alentaron a directivos de empresas, legisladores republicanos y miembros de la Cámara de Comercio a ponerse en contacto con la Casa Blanca para avisar de los perjuicios que generaría el cierre fronterizo. A mitad de semana, los ánimos parecieron calmarse y el presidente planteó una vía intermedia, con amenazas a México con la imposición de aranceles si no tomaba medidas para frenar la llegada de migrantes.
Sin embargo, otra de las consecuencias de la caótica reunión de marzo fue el inicio de una purga de asesores a los que Trump no consideraba los suficientemente fieles y que tuvo como víctima más notoria a Kirstjen Nielsen, entonces secretaria de Seguridad Interior.